La Casona del Molino es conocida como «un lugar clásico» para los salteños, y muchos la ven como «un verdadero templo del folclore… un lugar maravilloso«. Las personas que frecuentan La Casona suelen describirla en términos de los sentimientos y emociones que experimentan allí. A veces es difícil explicar lo que hace que este sitio sea tan especial usando solo conceptos lógicos o racionales. Lo que cuenta es la magia que se siente, esa especie de encanto que envuelve todo lo que ocurre en La Casona y que, aunque no podamos explicar del todo, sabemos que está ahí.
Creemos que cuando algo se siente «mágico», en realidad nos estamos refiriendo a un proceso natural que aún no entendemos del todo. Es como si el universo tuviera su propio modo de hacer las cosas, y nosotros solo estamos empezando a descubrirlo.
La Casona es un lugar donde la gente puede expresarse libremente, sin las limitaciones que solemos ponernos en nuestra vida diaria o las que nos impone la sociedad. Aquí, como dicen muchos, no importa cantar bonito, sino cantar con fuerza. No es un escenario para artistas reconocidos; aquí se escuchan los verdaderos cantores, aquellos que aman cantar con pasión.
La «magia» de La Casona se siente en las emociones que despierta en quienes la visitan. Esta magia viene de una mezcla de elementos que crean una conexión emocional única. Un joven asiduo comenta que es un lugar «con vibraciones muy fuertes», refiriéndose a cómo nuestros cuerpos reaccionan ante distintos lugares o situaciones.
Como en una red neuronal, nuestras relaciones, pensamientos, ideas y emociones se entrelazan y se nutren mutuamente. En La Casona, la mayoría de las personas comparten vibraciones similares, ya sea por el amor al canto, la música folclórica, la comida regional o simplemente por disfrutar en compañía de amigos.
Sin darnos cuenta, estos sentimientos se crean y se transmiten de persona a persona, afectando directamente nuestro estado de ánimo. Dicho de otro modo, la energía colectiva que se genera entre la gente y el lugar cambia la energía individual de cada persona que entra. Los visitantes suelen describir este fenómeno como un «momento de comunión» consigo mismos, algo que realmente llena el alma y ayuda a liberarse de esos sentimientos extraños que a veces nos asaltan.
Evidentemente, como en cualquier situación de la vida, la experiencia en La Casona está determinada por la perspectiva de cada visitante. Para un joven que disfruta charlando, conociendo gente nueva y explorando diferentes culturas, La Casona puede ser «una puerta o ventana al mundo y a un gran intercambio cultural». Aquí, en este refugio, puedes tener conversaciones y entablar relaciones que no serían posibles en otros lugares más convencionales, como un bar o una discoteca en la calle Balcarce.
Joaquín
Para un joven músico que está dando sus primeros pasos en el mundo de la música, La Casona se convierte en una escuela. Aquí se aprende y se practica sin el miedo a equivocarse, algo vital para pulir el talento antes de subirse a escenarios más formales. Como comenta un asistente asiduo, «uno aprende más y más cada noche, cada día».
Mauricio
Según una visitante frecuente, «El amor se siente, se siente en todas sus formas: por la música para quienes la disfrutan, por las personas para quienes aman su compañía y por cualquier cosa, material o no, que reciba el sentimiento de amor».
La frase «En la Casona pasan cosas geniales» captura perfectamente la experiencia que viven quienes la visitan. Las vibraciones y energías que llenan La Casona se comportan como cualquier otra energía en nuestro universo. Si la experiencia está llena de alegría y buenos momentos, eso es lo que se queda grabado en la memoria y el cuerpo emocional de la persona. Podriamos decir que las reacciones energéticas y químicas que se producen en el cuerpo son lo que muchos describen como «un sentimiento raro» y una atracción inevitable hacia lo que se vive allí, ya que «es un lugar que aunque no lo elijas, te lleva solito, te tira y vos agarrás ese rumbo y caes ahí».